Los tiempos de la globalización son momentos de intemperie. Lo comunitario y sus formas, que fueron expulsadas para lograr la modernización, vuelven ahora como un verdadero síntoma. El síntoma comunitario, solución de compromiso entre lo peculiar que no cede y lo universal imprescindible, pide ser comprendido en su doble escenario real: la polis y el mercado. Sus lógicas atraviesan y enajenan los vínculos sociales y piden una atención ética. Este libro retoma y amplía los términos del debate de los ochenta y los noventa. Relee los clásicos (Durkheim, Mauss), debate con los contemporáneos (Arendt, Esposito, Nancy, Lefort) para abrir una vía de interpretación y solución de los procesos contenidos en el síntoma. La comunidad no es un superviviente o un testigo de lo originario, sino que forma parte de la oferta posmoderna. Sea real o virtual, la comunidad nos enfrenta con la identidad, la violencia y el consumo. Y nos invita a pensar de otro modo el sujeto y el vínculo social, el discernimiento como cualidad cívica y lo político como fundación. Es decir, la communitas, que reúne a los protagonistas y los vincula en una ética del don (munus) y no de la mera utilidad.