La oración no solo es el acto supremo de la razón humana, sino que tiende a coincidir con la vida: la propia existencia es oración, y el hombre fue creado para entrar en comunión y en diálogo con Dios, su Creador. Recordarle al mundo esta verdad fascinante, es precisamente la misión que el cielo le encomendó a Santa Teresa de Ávila.En su obra maestra, El Castillo Interior, la santa imaginó el ser humano (todo ser humano) como una preciosa morada de Dios, si bien reconociendo la triste condición en la que se halla cuando se reduce a vivir como un mendigo extraño al Castillo, resignado a su propia miseria, que ni siquiera se atreve a cruzar el umbral de la espléndida mansión. También Kafka contará, varios siglos más tarde, la desgarradora experiencia del hombre invitado al Castillo que, sin embargo, no logra entrar en él porque sufre continuos engaños por parte de mensajeros y mensajes ambiguos que lo desorientan. Teresa, en cambio, acompaña a su lector, una morada tras otra, persuadiéndole para que se adentre cada vez más hacia el lugar donde Dios-Trinidad le espera con un deseo que precede, acompaña y premia el camino del hombre que “vuelve a su corazón”.Antonio María Sicari ha sabido recorrer con profunda penetración el itinerario descrito por la Santa de Ávila. Pero el mérito principal y la cautivadora originalidad de su comentario radica en haber mostrado cómo este camino lo pueden hacer también, con confianza y alegría, aquellos que están llamados a vivir en el mundo, en un entorno familiar y laboral.P. Antonio Maria Sicari, nacido en 1943, pertenece a la Orden de los Carmelitas Descalzos. Es doctor en Teología y obtuvo la Licencia en Ciencias Bíblicas en el Pontificio Instituto Bíblico. En 1993 fundó el Movimiento Eclesial Carmelitano (www.mec-carmel.org) con el objeto de transmitir a los seglares las riquezas místicas (doctrinales y experienciales) del carisma carmelitano.