Historia de historias en la que ninguna de ellas puede ser resuelta sin antes haber desmadejado las restantes. Las vidas de sus personajes se desenvuelven -y complementan- entrecruzadas en un vertiginoso recorrido a través de tiempos y espacios paralelos para terminar convergiendo finalmente de tal modo que llegan a solaparse. Tan sólo existe una única llave para abrir la puerta adecuada, la del conocimiento. Hay un claro hilo conductor, simbolizado en la búsqueda del significado de los propios actos; pasados, presentes y… futuros. Nuestros protagonistas han de poner a prueba sus más íntimos sentimientos en un juego cuyas piezas fundamentales -escondidas en el tablero del eterno laberinto del amor y la amistad- son la duda, los recelos, las mentiras y el propio temor a reconocerse y ser reconocidos en el espejo de la verdad. Todos juegan, desconociendo que las cartas ya estaban marcadas de antemano por sus propios destinos.