Relativo
Una vida espiritual satisfactoria comenzará con el fin de la relación entre el Poder Superior y el individuo; un cambio consciente e iluminado que afecta a toda la naturaleza del individuo. Para determinar las relaciones, tenemos que empezar en algún lugar. Tiene que haber una línea de base contra la cual se evalúe todo lo demás, donde la ley de la relatividad no entre y podamos decir "SI" y no hacer modificaciones. Esa línea de base es Dios. Todos y todo lo demás se evalúa desde ese punto fijo. Así que comencemos con Dios. Primero y último, ante todo está Dios; primero en orden secuencial, exaltado en dignidad y honor. Cada alma pertenece a Dios. Dios es quien y lo que es, y nosotros somos quienes y lo que somos, la relación correcta entre nosotros es la de someternos a su voluntad. Le debemos todo el honor que está en nuestro poder proporcionarle. En el momento en que decidimos que vamos a glorificar a Dios sobre todo, nos acercamos a la plenitud espiritual. Nos encontraremos no tan apegados a los caminos del mundo. Adquiriremos un nuevo punto de vista; dentro de nosotros se concebirá una psicología fresca y diferente; una nueva energía comenzará a sorprendernos. No crea que perderá nada de importancia real con esto. No se degrada a sí mismo como hombre con esto; más bien descubre el lugar que le corresponde en su espiritualidad. Cualquiera que se sienta reacio a entregar su voluntad a la voluntad de otro debe recordar que inevitablemente debemos ser siervos de alguien, ya sea de Dios o de la maldad. Esta posición de Dios sobre todo no es fácil de asumir. Es posible que queramos hacerlo sin tener la voluntad de ponerlo en práctica. Todo el hombre tiene que tomar la decisión antes de que el corazón pueda conocer una verdadera satisfacción.
Una vida espiritual satisfactoria comenzará con el fin de la relación entre el Poder Superior y el individuo; un cambio consciente e iluminado que afecta a toda la naturaleza del individuo. Para determinar las relaciones, tenemos que empezar en algún lugar. Tiene que haber una línea de base contra la cual se evalúe todo lo demás, donde la ley de la relatividad no entre y podamos decir "SI" y no hacer modificaciones. Esa línea de base es Dios. Todos y todo lo demás se evalúa desde ese punto fijo. Así que comencemos con Dios. Primero y último, ante todo está Dios; primero en orden secuencial, exaltado en dignidad y honor. Cada alma pertenece a Dios. Dios es quien y lo que es, y nosotros somos quienes y lo que somos, la relación correcta entre nosotros es la de someternos a su voluntad. Le debemos todo el honor que está en nuestro poder proporcionarle. En el momento en que decidimos que vamos a glorificar a Dios sobre todo, nos acercamos a la plenitud espiritual. Nos encontraremos no tan apegados a los caminos del mundo. Adquiriremos un nuevo punto de vista; dentro de nosotros se concebirá una psicología fresca y diferente; una nueva energía comenzará a sorprendernos. No crea que perderá nada de importancia real con esto. No se degrada a sí mismo como hombre con esto; más bien descubre el lugar que le corresponde en su espiritualidad. Cualquiera que se sienta reacio a entregar su voluntad a la voluntad de otro debe recordar que inevitablemente debemos ser siervos de alguien, ya sea de Dios o de la maldad. Esta posición de Dios sobre todo no es fácil de asumir. Es posible que queramos hacerlo sin tener la voluntad de ponerlo en práctica. Todo el hombre tiene que tomar la decisión antes de que el corazón pueda conocer una verdadera satisfacción.
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