No hay obligación más sagrada que la que el mundo tiene para con los niños. No hay deber más importante que velar por que sus derechos sean respetados, su bienestar esté protegido, sus vidas estén libres de temores y necesidades y puedan crecer en paz. El Estado Mundial de la Infancia 2000 es una exhortación a que aunemos nuestras fuerzas. Es una exhortación a los gobiernos, las entidades de la sociedad civil, el sector privado y toda la comunidad internacional para que renovemos nuestro compromiso en pro de los derechos del niño propugnando una nueva visión para el siglo XXI: una visión en que cada recién nacido tenga un comienzo saludable, cada niño una educación de buena calidad y cada adolescente una oportunidad de desarrollar su capacidad intrínseca. Es una exhortación a las familias y las comunidades -y a los propios niños y adolescentes- para que hagan oír sus voces y contribuyan a que esta visión se plasme en la realidad de sus vidas cotidianas.
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