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Esta obra a nadie conviene: es demasiado insensata para los serios, demasiado seria para los insensatos; demasiado osada para la gente decente, resulta demasiado decente para quienes presumen de no ser melindrosos; demasiado atrevida para los santurrones, no es lo bastante para los incrédulos. Se opone demasiado a los prejuicios heredados para que agrade a los que son sus esclavos. Predica que a ninguno hay que contradecir, lo que contradice a quienes les gusta contradecir. Habla bien de las mujeres, aunque habla mal de ellas. Celebra el amor, aunque alaba la indiferencia; aplaude el…mehr

Produktbeschreibung
Esta obra a nadie conviene: es demasiado insensata para los serios, demasiado seria para los insensatos; demasiado osada para la gente decente, resulta demasiado decente para quienes presumen de no ser melindrosos; demasiado atrevida para los santurrones, no es lo bastante para los incrédulos. Se opone demasiado a los prejuicios heredados para que agrade a los que son sus esclavos. Predica que a ninguno hay que contradecir, lo que contradice a quienes les gusta contradecir. Habla bien de las mujeres, aunque habla mal de ellas. Celebra el amor, aunque alaba la indiferencia; aplaude el cumplimiento de los deberes, aunque preconiza los encantos de una vida ociosa; incita a la gloria, pero asegura que pocos la alcanzan, o que pocos la disfrutan y que dura tan poco, que es casi una quimera; inventa proyectos, aunque sostiene que nada se gana con llevarlos a cabo. Es alegre, es sombría; es ligera, es agobiante; quizás más huera que profunda; novedosa y ordinaria; trivial y excelsa, luminosa y oscura, reconfortante y desoladora. Afirma, y duda un instante después.
Autorenporträt
Charles-Joseph de Ligne (1735-1814), VII príncipe de Ligne, fue uno de los grandes escritores en francés del siglo XVIII. Militar, diplomático, memorialista y viajero, cultivó también el aforismo y, sobre todo, el arte de la jardinería. Culto y refinado, tuvo trato con sus coetáneos, entre ellos Catalina de Rusia, Casanova, Voltaire, Rousseau, María Antonieta… Goethe tuvo a De Ligne por el hombre más feliz de su época.