Perteneciente a la segunda generación neoclásica en la literatura junto a autores como Samaniego o Meléndez Valdés, Tomás de Iriarte se suma al abandono del barroquismo con sus Fábulas literarias, una recopilación de apólogos en torno a temas literarios cuya novedad no pasó desapercibida en su época. Retomando la hominización de los animales en la construcción del discurso moral, Iriarte encuentra sus bases en los fabulistas clásicos como Esopo, así como en otros más modernos como el fabulista galo Floria