Este es un libro sesgado, porque opta por las rutas que contornean los recorridos habituales. No recorre caminos rectos, seguros, directos de comprensión-instalación, sino rutas oblicuas, zurciendo y acoplando posiciones teóricas que eligen deliberadamente ponerse a debatir heterogéneamente, siguiendo caminos más sinuosos de contacto. Propone así una entrada intersticial a la obra de Foucault. Foucault camina por geografías que posibilitan e invitan a esas entradas intersticiales. La idea es transitar esas y otras geografías, deslizándose por las grietas que el pensamiento foucaultiano abre, como ejercicio de poder saber. Se trata de seguir rastreando las huellas, a partir de la empresa genealógica de des-sustancializar procesos, de descubrir su carácter ficcional y de indagar la configuración de distintas emergencias históricas, a partir de las condiciones materiales de existencia. Este libro está marcado por dos conceptos fuertes en la obra de Foucault: la noción de poder positivo y la idea del intelectual específico. Ambas nociones marcaron el rumbo, a partir de la consideración del libro como espacio de poder y de compromiso intelectual. Este es el intersticio, dentro de la vastedad de la obra foucaultiana, que hemos elegido para hacer pie. Pensar la escritura y su puesta en circulación como un campo de batalla, como un suelo de resistencia.