La fragua remite a ese fogón donde se forjaban armas y otros implementos de metal bajo la mano del habilidoso herrero. La misma constancia, destreza y fuerza acompasada quedan al descubierto en la breve, pero detallada construcción que revela Tomás Rodríguez en este poemario. Así como la amalgama de distintos metales nobles, los versos limpios y sin pretensiones de este libro son perfectos en su sencillez y pureza. Recuerdos de la infancia, anhelos amorosos, amistad y erotismo, temas que en ocasiones se exponen con tintes de crudeza, recorren estos poemas impregnados de silencios que invitan a reflexionar sin necesidad de valerse de espejismos ni rimbombancias. El lector encontrará solo las palabras justas colmadas de infinitos significados.