Cuando Gilberto Antonio Chamba Jaramillo se casó con Marielita del Carmen Gálvez Aguirre en 1988, empezó a matar. Tuvieron tres hijos: Jéssica Elisabeth, Winston Antonio y Paulette Deyanira.
Su primera víctima se llamaba Dora Cecilia Cajamarca Ríos, era universitaria y vivía en el barrio de Santa Elena, en Chavala.
Cometió el siguiente femicidio tres años después, en octubre de 1991. Según algunas fuentes, la nueva víctima, de nombre Grace Carmita Huanca Suárez, era amiga del criminal. Al parecer, Chamba la invitó a cenar y luego la ahorcó y vejó sexualmente. Como la primera vez, concurrió a la ceremonia fúnebre y se mostró compungido ante sus progenitores.
La compulsión asesina de Chamba volvió a despertar casi un año más tarde en agosto de 1992, cuando la estudiante Rosa Ibelia Benavides Román se cruzó en su camino, en el barrio Centenario de Machala.
En noviembre de ese mismo año atacó a Rosa Maza, pero la joven logró sobrevivir. A principios de diciembre de ese año, Chamba se cobró una nueva víctima, Teresa Narcisa Pesántez Aucay, una adolescente de 14 años que le pidió al taxista que la llevara a una lujosa residencia en Machala. El 16 de enero de 1993, Julia Fátima Parrales Suárez (algunos medios la nombran como Miriam Parrales) también encontró la muerte a manos de Chamba. A partir de marzo, asesinó a Mariana Elisabeth Muñoz Zambrano, después a Mercy Marlene Rodríguez Farías, directora de la banda musical del colegio Simón Bolívar, en Quito, quien tuvo la mala suerte de detener el coche conducido por el asesino y quedarse dormida en pleno viaje; nunca despertó. También acabó con la vida de Sara Enderica Briones, de solo 16 años.
Por fin la escalada del femicida encontró un escollo: el 7 de abril de 1993 abordó a Delia Villavicencio, pero la mujer pudo escapar, aunque no salió indemne.
El 19 de abril de 1993 fue detenido en El Oro. Delia había denunciado los hechos y más tarde reconoció su rostro y vehículo ante la policía local. Por estos terribles crímenes había sido apodado como el «Monstruo de Machala». Condenado a 16 años de cárcel, gracias a ley llamada 2x1, solo cumplió la mitad de los años que le correspondían en prisión y se refugió en España, donde volvió a matar. Fue detenido por el asesinato de Isabel Bascuñana en la ciudad de Lérida.
Recluido desde 1993 en el Módulo 6 del Centre Penitenciari de Quatre Camins, en Cataluña, podría recuperar la libertad cumplidos los 25 años.
Mente Criminal ayuda a sus lectores a ingresar al mundo de las investigaciones criminales y descubrir las historias reales detrás de los crímenes que conmocionaron al mundo. En sus libros, los lectores siguen paso a paso el trabajo de los detectives, descubren las pistas y resuelven el caso: ¿Cómo se cometieron los crímenes? ¿Por qué los perpetraron? Cada uno de sus libros profundiza en estas preguntas analizando los motivos detrás de los crímenes que hicieron que comunidades enteras vivieran atemorizadas: la verdadera historia detrás de los crímenes que nos hacen enfrentar el lado más oscuro de la naturaleza humana.
Su primera víctima se llamaba Dora Cecilia Cajamarca Ríos, era universitaria y vivía en el barrio de Santa Elena, en Chavala.
Cometió el siguiente femicidio tres años después, en octubre de 1991. Según algunas fuentes, la nueva víctima, de nombre Grace Carmita Huanca Suárez, era amiga del criminal. Al parecer, Chamba la invitó a cenar y luego la ahorcó y vejó sexualmente. Como la primera vez, concurrió a la ceremonia fúnebre y se mostró compungido ante sus progenitores.
La compulsión asesina de Chamba volvió a despertar casi un año más tarde en agosto de 1992, cuando la estudiante Rosa Ibelia Benavides Román se cruzó en su camino, en el barrio Centenario de Machala.
En noviembre de ese mismo año atacó a Rosa Maza, pero la joven logró sobrevivir. A principios de diciembre de ese año, Chamba se cobró una nueva víctima, Teresa Narcisa Pesántez Aucay, una adolescente de 14 años que le pidió al taxista que la llevara a una lujosa residencia en Machala. El 16 de enero de 1993, Julia Fátima Parrales Suárez (algunos medios la nombran como Miriam Parrales) también encontró la muerte a manos de Chamba. A partir de marzo, asesinó a Mariana Elisabeth Muñoz Zambrano, después a Mercy Marlene Rodríguez Farías, directora de la banda musical del colegio Simón Bolívar, en Quito, quien tuvo la mala suerte de detener el coche conducido por el asesino y quedarse dormida en pleno viaje; nunca despertó. También acabó con la vida de Sara Enderica Briones, de solo 16 años.
Por fin la escalada del femicida encontró un escollo: el 7 de abril de 1993 abordó a Delia Villavicencio, pero la mujer pudo escapar, aunque no salió indemne.
El 19 de abril de 1993 fue detenido en El Oro. Delia había denunciado los hechos y más tarde reconoció su rostro y vehículo ante la policía local. Por estos terribles crímenes había sido apodado como el «Monstruo de Machala». Condenado a 16 años de cárcel, gracias a ley llamada 2x1, solo cumplió la mitad de los años que le correspondían en prisión y se refugió en España, donde volvió a matar. Fue detenido por el asesinato de Isabel Bascuñana en la ciudad de Lérida.
Recluido desde 1993 en el Módulo 6 del Centre Penitenciari de Quatre Camins, en Cataluña, podría recuperar la libertad cumplidos los 25 años.
Mente Criminal ayuda a sus lectores a ingresar al mundo de las investigaciones criminales y descubrir las historias reales detrás de los crímenes que conmocionaron al mundo. En sus libros, los lectores siguen paso a paso el trabajo de los detectives, descubren las pistas y resuelven el caso: ¿Cómo se cometieron los crímenes? ¿Por qué los perpetraron? Cada uno de sus libros profundiza en estas preguntas analizando los motivos detrás de los crímenes que hicieron que comunidades enteras vivieran atemorizadas: la verdadera historia detrás de los crímenes que nos hacen enfrentar el lado más oscuro de la naturaleza humana.
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