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La posibilidad de una arquitectura estrictamente funcional, aceptada en las primeras décadas del siglo XX, procede del siguiente argumento: en arquitectura, como en la naturaleza, la forma sigue (o debe seguir) a la función. El soporte material de dicho argumento fue la casa inglesa, supuestamente generada desde adentro hacia afuera, atendiendo exclusivamente a los usos. El lema inglés "cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa" fue utilizado para explicar la asociación entre utilidad e irregularidad. Pero la irregularidad de las casas inglesas no dependía tanto de los requerimientos…mehr

Produktbeschreibung
La posibilidad de una arquitectura estrictamente funcional, aceptada en las primeras décadas del siglo XX, procede del siguiente argumento: en arquitectura, como en la naturaleza, la forma sigue (o debe seguir) a la función. El soporte material de dicho argumento fue la casa inglesa, supuestamente generada desde adentro hacia afuera, atendiendo exclusivamente a los usos. El lema inglés "cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa" fue utilizado para explicar la asociación entre utilidad e irregularidad. Pero la irregularidad de las casas inglesas no dependía tanto de los requerimientos utilitarios como de las formas y rituales que daban sentido a la vida en el campo. Ocurrió que el gusto por lo pintoresco se proyectó sobre las irregulares casas de campo para revestirlas de nuevos valores estéticos, morales y utilitarios. Para los moralistas que defendían los valores de la vida en el campo, el clasicismo era un estilo agotado; un estilo antieconómico, público, ostentoso y poco confortable que debía ser sustituido por otro estilo que fuera auténticamente inglés y, por tanto, económico, discreto, confortable y funcional. Partiendo de aquella sentimental posición, la funcionalidad de la casa inglesa se convirtió en una especie de mito; en una narración fabulosa que relacionaba la libre composición aditiva con los valores de un tiempo pasado y mejor, el medieval, en el que idealmente reinaban la libertad, la sinceridad, la honestidad y la funcionalidad. Aceptada la fabulosa relación entre irregularidad y funcionalidad, algunos arquitectos pudieron sentirse libres y originales sin tener en cuenta el origen; sin tener en cuenta, por ejemplo, que los isabelinos habían logrado conjugar, siglos atrás, las formas y modos tradicionales con los importados del norte de Italia; que la irregularidad de las residencias vernáculas no dependía tanto de los requerimientos funcionales como de los significados que las formas eran capaces de expresar. Acontecimientos prácticamente ignorados por los ideólogos de la estricta funcionalidad.
Autorenporträt
Manuel De Prada