Mis párpados suelen tomar los primeros rayos del sol para abrirse por completo. Mi lecho normalmente empuja a mi espalda hasta una hora antes del alba, como si tratara de quitarse de encima el peso que le causa mi cuerpo, y a su vez, mi espalda le contesta su repudio en forma de dolor en los músculos y huesos, su manera de gritar la tristeza.
Sé que esto se debe a mi edad. Cada vez que me veo al espejo está allí un hombre que ha empezado su recorrido en la vejez; mis ojos pierden brillo, mi cabello es mejor raparlo debido a su escasez, y mi sonrisa es custodiada por cada vez más arrugas a sus costados... aunque esto en realidad me gusta, me hace verme distinguido.
Pero hoy mi lecho y mi espalda hicieron una tregua. Hoy no pude levantarme, y más bien sentí pesadez en otras áreas del cuerpo, el cansancio se mezcló con depresión por la incógnita de no saber qué hacer, la duda de que si en realidad tengo la vida que quiero tener, o si estoy más bien desperdiciándola.
Sé que esto se debe a mi edad. Cada vez que me veo al espejo está allí un hombre que ha empezado su recorrido en la vejez; mis ojos pierden brillo, mi cabello es mejor raparlo debido a su escasez, y mi sonrisa es custodiada por cada vez más arrugas a sus costados... aunque esto en realidad me gusta, me hace verme distinguido.
Pero hoy mi lecho y mi espalda hicieron una tregua. Hoy no pude levantarme, y más bien sentí pesadez en otras áreas del cuerpo, el cansancio se mezcló con depresión por la incógnita de no saber qué hacer, la duda de que si en realidad tengo la vida que quiero tener, o si estoy más bien desperdiciándola.