Cuando apenas acababa de cumplir los quince años, me convertí en padre. A mi corta edad, quise jugar a ser adulto y las responsabilidades fueron llegando día a día en mi nueva etapa como papá. Cuando mi pequeño hijo cumplió su primer año, tuve la oportunidad, durante una cena en mi casa, de contarle a mi madre que pronto tomaría en matrimonio a Elizabeth. Al escucharme, ella tomó mi mano y me dijo: "Están muy jóvenes para dar ese gran paso, la vida apenas empieza para ambos y tienen un camino muy largo por caminar, para conocer a muchas más personas".
No importando sus palabras aquella noche, mi decisión de continuar con la boda por el civil se mantenía en pie y así fue como un par de meses después me casé con Elizabeth, pensando en ese momento que Ella era la mujer con la que compartiría el resto de mi vida.
Sin imaginar que después de tres años, esas palabras de mi madre resonarían en mi cabeza cuando a mi mundo apareció la persona más importante de mi vida.
Realmente seria increíble que tuviéramos una bola de cristal para observar dentro de ella nuestro futuro y así tomáramos mejores decisiones. Creer en el destino no era importante para mí, pensaba que la vida era lo que nosotros íbamos construyendo día a día con nuestras acciones. Pero mi amigo el destino llegaría muy pronto planeando paso a paso el momento exacto en que tocaría la puerta de mi corazón. Ese cambio de vida tan repentino, traería un huracán de problemas y de muchos conflictos para Elizabeth, mi familia y para aquella persona que llegó a cambiarme de una forma extraordinaria mi forma de ver la vida y de amar.
No importando sus palabras aquella noche, mi decisión de continuar con la boda por el civil se mantenía en pie y así fue como un par de meses después me casé con Elizabeth, pensando en ese momento que Ella era la mujer con la que compartiría el resto de mi vida.
Sin imaginar que después de tres años, esas palabras de mi madre resonarían en mi cabeza cuando a mi mundo apareció la persona más importante de mi vida.
Realmente seria increíble que tuviéramos una bola de cristal para observar dentro de ella nuestro futuro y así tomáramos mejores decisiones. Creer en el destino no era importante para mí, pensaba que la vida era lo que nosotros íbamos construyendo día a día con nuestras acciones. Pero mi amigo el destino llegaría muy pronto planeando paso a paso el momento exacto en que tocaría la puerta de mi corazón. Ese cambio de vida tan repentino, traería un huracán de problemas y de muchos conflictos para Elizabeth, mi familia y para aquella persona que llegó a cambiarme de una forma extraordinaria mi forma de ver la vida y de amar.
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