La ciudad está llena de altos rumores y tensiones. Hay presagios de miedo en el cielo, presagios en el aire, y los adivinos lloran. César es popular y puede ser coronado emperador: la orgullosa historia de Roma como república terminaría. Sus celosos enemigos planean terminar con él, pero necesitan la ayuda de Brutus para que su complot parezca más noble y popular, ya que la gente respeta a Brutus; se preocupa por la democracia y la república, y solo se opone a César por las grandes tradiciones de Roma, no a través de los celos.
Las tensiones aumentan aún más, Brutus se convierte en un conspirador principal. Tantos están ahora en el secreto que pueden ser regalados en cualquier momento. César está sospechando y puede ponerse demasiado nervioso para salir en público. Brutus sabiamente insta a la limitación entre los conspiradores: solo deben «tallar» a César y no «matar» a sus partidarios, ya que esto les perdería el apoyo popular.
Las tensiones aumentan aún más, Brutus se convierte en un conspirador principal. Tantos están ahora en el secreto que pueden ser regalados en cualquier momento. César está sospechando y puede ponerse demasiado nervioso para salir en público. Brutus sabiamente insta a la limitación entre los conspiradores: solo deben «tallar» a César y no «matar» a sus partidarios, ya que esto les perdería el apoyo popular.