Una acción colectiva autónoma e intencional que se torna confiable por ser coherente con sus presupuestos pragmáticos inmanentes, dispondrá de la fuerza para remover las restricciones históricas a las que se enfrenta por el plazo que a la vez se constituye en el criterio de racionalidad para la toma de decisiones vinculantes; en tal sentido, como tránsito de una situación que está siendo transformada, dicha acción reunirá las propiedades temporales de un proceso de democratización. Entre estas cualidades que le permiten resistir a los poderes fácticos atrincherados en las asimetrías, se encuentra la limitabilidad, que alude a la finitud del plazo que delimita qué cambios son posibles, la acumulatividad, que designa cambios anteriores que refuerzan a los siguientes, la direccionalidad, por la cual cada cambio confirma la decisión que lo adoptó (demostrando la validez de la decisión originaria de actuar), la incrementalidad, por la cual cada cambio genera la necesidad de un cambio aún más profundo (demandando la continuidad de la acción), y la irreversibilidad, propiedad por la cual los cambios se sostienen a sí mismos, al menos durante el transcurso de la acción que los introdujo. La teoría política ha soslayado estas propiedades temporales que reúne la acción emplazante y que son el índice de su potencial democrático, pero ha sido prolífica y enfática con el problema de las restricciones que condenan a la inacción o que conducen al colapso de las colectividades movilizadas. Este libro busca entre algunos autores que han llevado el análisis de estos límites a la transición (a una transición anticapitalista, a una sociedad democrática) pero que, por mantener una idea de tiempo ajeno al de la acción, no han llegado a considerarlos a la luz de las condiciones temporales para superarlos.