La llamada "comedia de capa y espada" basa su eficacia en la habilidad del dramaturgo para enredar y desenredar una trama basada las más de las veces en la confusión y el engaño. Ningún autor del Siglo de Oro fue más hábil en ese cometido que Pedro Calderón de la Barca, quien cultivó el género a lo largo de dos decenios de sostenido éxito, inaugurados de forma magistral, todavía en su juventud, con La dama duende, un ameno juego de amores, dudas, osadías y desplantes que se resumen en la tramposa alacena que preside la acción dramática