En los últimos tiempos se ha producido un sostenido incremento en la incidencia de la depresión. Se trata de una enfermedad que mina de forma notable la calidad de vida de quien la padece, afecta negativamente a su productividad e incluso acorta la esperanza de vida. Pero a pesar de su frecuencia y gravedad, sigue siendo una enfermedad estigmatizada e invisibilizada, que injustamente se mantiene oculta y se aborda desde la vergüenza y el silencio culpabilizador. Sin embargo, nadie es responsable de sufrir una depresión, ya que aquí no hay culpables. La persona deprimida no está simplemente triste o melancólica (dos emociones naturales), sino que padece una dolencia que afecta al organismo, al sistema nervioso, al pensamiento, a las emociones y al comportamiento. La buena noticia es que los pacientes deprimidos sienten que las cosas mejoran cuando saben exactamente lo que les está pasando, y se dan cuenta de que sufren una enfermedad, dura y larga pero curable. Este libro pretende ayudar en ese proceso, destacando las cosas que contribuirán a la recuperación y aquellas en las que no se debe caer.