Si hay humanidad también hay ausencia, carencia y pérdida. El mundo humano es un universo habitado por ausentes, por espectros que surgen de repente, por vacíos que nunca volverán a llenarse o, cuando menos, que nadie podrá llenar de la misma manera, porque el vacío permanecerá siempre vacío. En el mundo humano siempre se echa de menos a alguien -o algo. La condición humana es elegíaca. Ya sea por el tiempo perdido o por el tiempo deseado, no hay vida humana completa, porque vivimos con la presencia inquietante de la carencia. Por esta razón, a pesar de que es cierto que podemos ser felices, no hay un reino de la felicidad. El ser humano es un animal que no acaba de encontrar su lugar en la vida, porque siempre es en relación con otros, con otros presentes y con otros ausentes. En La experiencia de la pérdida, Joan-Carles Mèlich ofrece una reflexión sobre la muerte y la ausencia del otro a partir de las claves de comprensión propias de su proyecto de «filosofía literaria», una filosofía marcada por la finitud, la indeterminación y la contingencia.
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