26 de septiembre de 1943, Nápoles está a punto de rebelarse contra los ocupantes alemanes. Rosa, prostituta, estraperlista y confidente de la policía política fascista, muere por causas violentas. Gennaro, su presunto asesino, es arrestado e interrogado inútilmente por un todavía inepto subcomisario, Vittorio. Poco a poco se inicia la insurrección que pasará a la historia como Los Cuatro Días de Nápoles. Se unen a ella el subcomisario y, extrañamente liberado por el jefe de policía en persona, el presunto asesino de Rosa. También participa en los combates la joven Mariapia, que, después de haber sufrido una violación múltiple por parte de alemanes, clama venganza. Pronto Gennaro resulta ser su pariente. Se produce otro asesinato contra un estanquero, también emparentado con Mariapia.
Si un pueblo oprimido puede rebelarse y levantarse con pleno derecho y si, como admitía además Santo Tomás de Aquino, puede consentirse el asesinato del tirano cuando no queda otra vía para recuperar la libertad que el propio Dios ha concedido al ser humano, ¿es lícito o no matar a un mafioso al que la justicia no consigue atrapar y castigar y que continúa intimidando, explotando y asesinado al prójimo en su barrio? ¿Es culpable quien, no teniendo otra defensa posible, recurre a una defensa extrema? Y, si es que sí, ¿hasta qué punto? Este es el dilema privado que recorre la novela, a través de la historia pública de la rebelión de Nápoles contra los invasores alemanes: 26 de septiembre de 1943, Nápoles está a punto de rebelarse contra los ocupantes alemanes. Rosa, prostituta, estraperlista y confidente de la policía política fascista, muere por causas violentas. Gennaro, su presunto asesino, es arrestado e interrogado inútilmente por un todavía inepto subcomisario, Vittorio. Poco a poco se inicia la insurrección que pasará a la historia como Los Cuatro Días de Nápoles. Se unen a ella el subcomisario y, extrañamente liberado por el jefe de policía en persona, el presunto asesino de Rosa. También participa en los combates la joven Mariapia, que, después de haber sufrido una violación múltiple por parte de alemanes, clama venganza. Pronto Gennaro resulta ser su pariente. Se produce otro asesinato contra un estanquero, también emparentado con Mariapia. El estanquero había sido una mala persona, en su momento matón de la Camorra y, después de que un accidente que había minado su capacidad de repartir porrazos, había quedado a disposición su jefe criminal, custodiando en un sótano los productos del contrabando en el mercado negro y, después de que la Camorra contactara con los servicios de la OSS, armas estadounidenses destinadas a los insurgentes. En relación con la muerte de la prostituta, el desenlace se produce a mitad de la obra. En cuanto a la identidad del asesino del estanquero, continúan durante mucho tiempo las investigaciones de Vittorio, entre las vicisitudes de los demás personajes, hasta el punto de que la persona autora del crimen solo se desvelará con certeza en 1952, justo al final del último capítulo.
PUBLISHER: TEKTIME
Si un pueblo oprimido puede rebelarse y levantarse con pleno derecho y si, como admitía además Santo Tomás de Aquino, puede consentirse el asesinato del tirano cuando no queda otra vía para recuperar la libertad que el propio Dios ha concedido al ser humano, ¿es lícito o no matar a un mafioso al que la justicia no consigue atrapar y castigar y que continúa intimidando, explotando y asesinado al prójimo en su barrio? ¿Es culpable quien, no teniendo otra defensa posible, recurre a una defensa extrema? Y, si es que sí, ¿hasta qué punto? Este es el dilema privado que recorre la novela, a través de la historia pública de la rebelión de Nápoles contra los invasores alemanes: 26 de septiembre de 1943, Nápoles está a punto de rebelarse contra los ocupantes alemanes. Rosa, prostituta, estraperlista y confidente de la policía política fascista, muere por causas violentas. Gennaro, su presunto asesino, es arrestado e interrogado inútilmente por un todavía inepto subcomisario, Vittorio. Poco a poco se inicia la insurrección que pasará a la historia como Los Cuatro Días de Nápoles. Se unen a ella el subcomisario y, extrañamente liberado por el jefe de policía en persona, el presunto asesino de Rosa. También participa en los combates la joven Mariapia, que, después de haber sufrido una violación múltiple por parte de alemanes, clama venganza. Pronto Gennaro resulta ser su pariente. Se produce otro asesinato contra un estanquero, también emparentado con Mariapia. El estanquero había sido una mala persona, en su momento matón de la Camorra y, después de que un accidente que había minado su capacidad de repartir porrazos, había quedado a disposición su jefe criminal, custodiando en un sótano los productos del contrabando en el mercado negro y, después de que la Camorra contactara con los servicios de la OSS, armas estadounidenses destinadas a los insurgentes. En relación con la muerte de la prostituta, el desenlace se produce a mitad de la obra. En cuanto a la identidad del asesino del estanquero, continúan durante mucho tiempo las investigaciones de Vittorio, entre las vicisitudes de los demás personajes, hasta el punto de que la persona autora del crimen solo se desvelará con certeza en 1952, justo al final del último capítulo.
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