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Esther, Israel, Johan, Pilar y Fael tenían buenas intenciones pero, no siempre, eso es suficiente. Entre el suspense y la conciencia social en estos tiempos complejos, La humedad de la arena busca que el lector investigue e intente saber dónde está el verdadero terror: si en una casa agrietada y habitada por el abandono, o en una sociedad resquebrajada y abandonada por sus propios habitantes. Ser arena al viento nunca será una tarea fácil en la que ocuparse.

Produktbeschreibung
Esther, Israel, Johan, Pilar y Fael tenían buenas intenciones pero, no siempre, eso es suficiente. Entre el suspense y la conciencia social en estos tiempos complejos, La humedad de la arena busca que el lector investigue e intente saber dónde está el verdadero terror: si en una casa agrietada y habitada por el abandono, o en una sociedad resquebrajada y abandonada por sus propios habitantes. Ser arena al viento nunca será una tarea fácil en la que ocuparse.
Autorenporträt
L.C. Cruz, o lo que es lo mismo: Luis Cubiella de la Cruz, natural de La Línea de la Concepción, provincia de Cádiz, llegó a la literatura a través de su reproductor de VHS. Para concretar, lo hizo en ese justo momento en el que sintió que La historia interminable, una vez que Bastian, a lomos de Fújur, daba su merecido a los "malotes" del cole, se le había quedado corta, decidiendo por ello adentrarse en la novela de Ende. Acabó entendiendo que ambos formatos permitían disfrutar de una misma, poliédrica, historia, pero llegando a la conclusión de que, aunque una imagen puede que valga más que mil palabras, también hay palabras que pueden evocar más de mil imágenes… Pasó el tiempo, la enseñanza obligatoria, la licenciatura en Arte Dramático y el establecerse en Madrid en busca de sueños no encontrados aún, pero manteniendo, siempre, ese afán viajero intacto que le llevó, de modo lógico, más allá del binomio cine/libro, para aterrizar en clásicos inabarcables y novelas premiadas, además de, ¿ y, por qué no ? en multitud de entretenidos pecados de aeropuerto. Nunca pensó en la meta, solo en el viaje, ya fuese alumbrado por un flexo o en la oscuridad de una sala de cine… Y en ese nadar entre dos aguas, al que tan acostumbrado estaba, descubrió que también cabía la posibilidad de plasmar en papel las películas que se montaba en su propia cabeza, pudiendo así invitar a otros a emprender un viaje, periplo, propio, esta vez, negro sobre blanco… En tus manos tienes ya su primera novela. ¡Bon voyage!