Este poemario es una invitación para observar las emociones y sentimientos a cámara lenta. En él se habla del amor como un periplo cuyo final es su propio origen y cuya evolución se caracteriza por llevar consigo su propia involución. Como el ciclo lunar en cada uno de sus cuartos, refiere y define la autora las fases del proceso habitual que supone enamorarse, desenamorarse y lamerse más tarde las heridas que genera el desapego. Sin embargo, el duelo y la superación llegarán más tarde (en una segunda parte), tras el hundimiento, en forma de lluvia emocional y con la corriente de las olas que impulsan y salvan del naufragio.