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El arte de la digresión caligráfica, sin duda, un acto de la alta burguesía. ¿Quién podría tener tiempo para escribir sus digresiones sin la tranquilidad de una renta fija? Ahora que vivo de ellas, puedo dedicarme a leer y escribir digresiones […] Y, a propósito de la digresión, de hoy en adelante en mi vocabulario, adoptaré el verbo disfuncionar. Pues una disfunción es cuando algo no hace su función correctamente, o sea que no cumple sus funciones específicas, y he decir que no encuentro en el diccionario un verbo con dicho propósito […] Si digo se me disfuncionó el pie, éste quizá funcione…mehr

Produktbeschreibung
El arte de la digresión caligráfica, sin duda, un acto de la alta burguesía. ¿Quién podría tener tiempo para escribir sus digresiones sin la tranquilidad de una renta fija? Ahora que vivo de ellas, puedo dedicarme a leer y escribir digresiones […] Y, a propósito de la digresión, de hoy en adelante en mi vocabulario, adoptaré el verbo disfuncionar. Pues una disfunción es cuando algo no hace su función correctamente, o sea que no cumple sus funciones específicas, y he decir que no encuentro en el diccionario un verbo con dicho propósito […] Si digo se me disfuncionó el pie, éste quizá funcione para caminar y correr, pero quizá ya no para dar cabriolas de adolescente. Si sigo con la misma lógica podría utilizarlo para todas las acepciones de las disfunciones del ser humano. Se me disfuncionó el amor, por ejemplo, no es que deje de amar, la función del acto amatorio continúa, pero alguna función ha cambiado, quizá siga amando a la persona, pero quizá no la deseo y deseo a otra, sin duda hay una disfunción no en el hecho de amar sino el hecho de a quien amo y deseo. Para concluir me vienen estos últimos pensamientos: ¿Será que la digresión es un camino sin regreso? ¿Acaso en el sueño no dejamos al cerebro digredir a su gusto sin límites ni censura? La ensoñación es el mejor escape del digresor. Si lo pienso de esa manera, ¿Boris no será el hijo de mis propias digresiones? ¿Será la digresión de mis digresiones? ¡Oh, Sísifo, libérame de las piedras de mis zapatos!
Autorenporträt
Mercedes Rodríguez Abascal Nació en la Ciudad de México en 1970, sus orígenes deambulan entre Mérida y Veracruz. Lectora, amante de las letras con estudios de licenciatura en Ingeniería en Alimentos y Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM, maestra en Humanidades; en la actualidad estudia un doctorado en Humanidades en la Universidad Anáhuac del Norte. Ha sido docente, colaboradora como articulista e imparte talleres de literatura. En el 2008 se publicó un volumen colectivo Y se hicieron de palabras con varios cuentos suyos.