Este libro se consagró como un clásico porque fue el primero en llevar adelante una historia documentada de los explotados durante la Revolución Francesa: sus organizaciones, sus dirigentes y su lucha cotidiana. Un riguroso trabajo que revolvió a todas las corrientes intelectuales y produjo un vuelco en la discusión sobre el verdadero legado que ofrecía la gran revolución para una política revolucionaria. No hay historiador del tema que no discuta con él, aún cuando hayan pasado 65 años de su publicación. Es un libro de batalla. Una obra pensada para desacralizar las verdades que la tradición republicana, la democrática y la de la izquierda reformista (hoy llamada "nacional y popular") juzgaban sagradas.