Este volumen no es un ensayo académico, ni lo pretende. Uno tiene el suficiente pudor para manifestar que nada sustancial sabría añadir a lo mucho dicho y escrito sobre la obra de Samuel Beckett, un creador de perenne vitalidad que supo descolonizar el lenguaje, devolver a las palabras su pureza germinal a la vez que su desolador silencio, y mostrarnos, desde una turbadora perplejidad, incluso mediante una lengua ajena a la suya propia, la incomunicabilidad trágica, no exenta de humor y parodia, del ser humano. Más bien, este libro insólito es el resultado de una lectura muy personal y tal vez algo impertinente y redundante, sin notas a pie de página y conscientemente huérfana de bibliografía, de la obra del irrepetible autor irlandés y de la resonancia que en mí generan su escritura y su pensamiento. Mi propósito es abrir una conversación sobre algunos conceptos nucleares en su obra: el lenguaje, el silencio, el espacio, el tiempo, los personajes, las cosas. Acunados por el vaivén de la mecedora, sabiendo de la imposibilidad de entender y reflejar estética y ontológicamente el mundo a través del lenguaje; descreyendo de las mismas palabras; a pesar de todo y de nada, incluso del mismo silencio, atrevámonos a enunciar lo indecible y hablemos. La obra incluye sendos trabajos pictóricos de otros tantos creadores cántabros: Jesús Alberto Pérez Castaños, Rafael Leonardo Setién, Eloy Velázquez, Pelayo Fernández Arrizabalaga, Carlos y Sofía Abascal Peiró.