Es cierto, desde luego, que a la causa del conservatismo ha prestado su inercia mucha gente obtusa e irreflexiva. Edmundo Burke, el más grande pensador conservador moderno, no se avergonzaba al reconocer la fidelidad de los hombres humildes, garantizada por los prejuicios y las normas consuetudinarias, pues, afectuosamente, los equiparaba al rebaño que pace bajo los robles ingleses sordo a los insectos de las innovaciones radicales.
Pero los principios conservadores también han sido defendidos, durante los últimos ciento cincuenta años, por hombres ilustrados y de genio. El propósito de este libro, que no pretende ser una historia de los partidos conservadores, es revisar las ideas conservadoras examinando su validez para esta nuestra confusa época.
Consiste en un amplio ensayo para su definición. ¿Cuál es la esencia del conservatismo británico y norteamericano? ¿Qué sistema de ideas, común a Inglaterra y a los Estados Unidos, ha mantenido siempre a hombres de tendencias conservadoras en su resistencia contra las teorías radicales y la transformación social desde el comienzo de la revolución francesa?
Este documentado y muy bien escrito libro, de fácil lectura e interpretación, da luces a quien lo consulte para comprender mejor las diferencias doctrinarias entre liberales y conservadores, sin los prejuicios partidistas y apasionados que suelen acompañar las discusiones políticas modernas. Recomendado 100%
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