El autor de este libro, Ernesto Thomas González, es un paciente psiquiátrico de 44 años, estudiante de Filosofía de la Universidad, en la ciudad de Montevideo, Uruguay, que fue tratado por este grupo de expertos en psiquiatría desde los once años, y que, actualmente, lleva viviendo más de veinte años en una clínica siquiátrica, un tipo de institución a la cual el autor se refiere en este libro como "centros de reclusión cultural" En este libro, el autor expone la ilegitimidad, tanto moral, como pretendidamente científica, de la razón de ser de la Psiquiatría y de la Psicología, y relaciona a estas instituciones con una verdadera policía cultural, que actúan movidos por el prejuicio cultural y que solo pueden existir en una sociedad donde hasta el último de los ciudadanos más comunes tienen fe en dichas instituciones. El autor plantea una analogía entre el prejuicio racial, que es sentido como una "realidad" tan obvia para el discriminador, aparentemente tan "objetiva", y el prejuicio de "la locura", o lo "loco", que parecería tan obvio y "objetivo" a primera vista. Sin embargo, el autor concluye que ni la idea de las llamadas "razas", ni las ideas de los estereotipos de "locura", resisten el más mínimo análisis racional alguno, y las califica como "sesudos conceptos fantasmas". El autor concluye que definir a una raza, o definir un tipo de locura, es algo tan absurdo como pretender hacer una definición objetiva de lo que es la fealdad. Debido a esto, se explica por qué todas las definiciones de los tipos raciales han sido todas ellas vagas, ambiguas, confusas, generales, imprecisas e inconsistentes, y han terminado por caer en desuso, así como son igualmente vagas, generales., imprecisas, y contradictorias, las definiciones de "salud mental", de "psicosis" y de "esquizofrenia". El autor desarrolla una verdadera tesis acerca de la psicología y de la psiquiatría, a las que denomina "la Nueva Inquisición Post Moderna", y revela el lado oscuro de estas pretendidas ciencias, cuyos diagnósticos están condicionados, no por un marco teórico digno de un científico, sino por un expreso prejuicio cultural hacia seres humanos, que son discriminados de la misma manera, y casi con la misma justificación racional y teórica, con la que se puede discriminar a un individuo por ser feo, o perteneciente a un diferente tipo físico o cultural.