Alma Ivanova,con veintiséis años, podría decirse que había nacido hacía tan solo diez. Obligada a saldar la deuda que había contraído su padre con un temido traficante ruso asentado en España, fue dando tumbos por clubes de carretera ejerciendo la prostitución desde los doce años hasta los dieciséis. Hasta que se vio arrastrada a la criminalidad bajo el brazo protector de una de las mujeres más peligrosas del país. La misma que la adoptó, le dio una nueva identidad y los medios para vengarse y protegerse de todo aquel que intentase hacerle daño. Ramsés Dwayne podía presumir de tener todo aquello por lo que su padre había luchado y perdido la vida intentando alcanzar: a su casa entraba dinero a espuertas, su organización era respetada y temida en todo el país, no había nada en el mundo del tráfico de drogas que a esas alturas pudiera sorprenderlo y había recuperado al hermano que perdió trece años atrás. Solo había un pequeño detalle que podría decirse que echaba en falta para alcanzar la plenitud: su Alniyl Kuynu. Una mujer con la fuerza suficiente como para doblegar el alma y el espíritu de Osiris, reclamarlos, protegerlos y amarlos como se merecía el dios que aguardaba en su corazón. Los sueños pueden ser recurrentes. Los hay premonitorios. Algunos son reminiscencias de otra vida porque, cuando dos almas destinadas a estar juntas se reencuentran, solo la muerte puede volver a separarlas.