Con mucha frecuencia observamos a nuestro alrededor adultos que se sienten insatisfechos con su realidad, pero apenas hacen nada por cambiarla, personas sumidas en estados depresivos que les impiden disfrutar de los detalles cotidianos de la vida, hombres y mujeres que tienen grandes dificultades para relacionarse con otros seres humanos y se sienten atormentados por los comentarios o las conductas de los demás. En la base de muchos trastornos de tipo emocional está la valoración cognitiva que las personas hacemos de la realidad, y esta valoración viene mediatizada por el estado de nuestra salud emocional. Partiendo de esta perspectiva, la autora del libro se plantea el reto de dotar a las personas, desde su más temprana infancia, de recursos eficaces en el campo emocional para hacer frente a distintas circunstancias vitales por las que atraviesan. Aborda de manera especial la importancia del rol del educador: sus actitudes ante los más pequeños, su forma de comunicarse con ellos, sus interacciones, etc., subrayando la influencia que tienen los adultos cercanos al niño, como reflejo de una forma de vida emocionalmente saludable.