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La voz sola reúne la obra poética de Ana María Martínez Sagi y sus combativos artículos periodísticos en catalán y en castellano, entre ellos sus crónicas de guerra en el frente de Aragón, con el fin de recuperar la producción de esta polifacética autora. Juan Manuel de Prada ha sido el autor del prólogo y el responsable de la selección de los textos reunidos en el volumen. La autora fue la protagonista de una de sus novelas, Las esquinas del aire, y le entregó su obra inédita, ahora publicada dentro de la Colección Obra Fundamental de Fundación Banco Santander.

Produktbeschreibung
La voz sola reúne la obra poética de Ana María Martínez Sagi y sus combativos artículos periodísticos en catalán y en castellano, entre ellos sus crónicas de guerra en el frente de Aragón, con el fin de recuperar la producción de esta polifacética autora. Juan Manuel de Prada ha sido el autor del prólogo y el responsable de la selección de los textos reunidos en el volumen. La autora fue la protagonista de una de sus novelas, Las esquinas del aire, y le entregó su obra inédita, ahora publicada dentro de la Colección Obra Fundamental de Fundación Banco Santander.
Autorenporträt
Ana María Martínez Sagi (1907-2000) nació en Barcelona, en el seno de una familia acaudalada. Desde la adolescencia, destacó en las más variadas disciplinas deportivas, llegando a obtener una medalla de oro en lanzamiento de jabalina en el primer campeonato nacional de atletismo femenino, en 1931. Miembro muy activo del Club Femení i d'Esports, una iniciativa pionera del feminismo catalán, llegaría también a ser la primera mujer directiva en Europa de un Club de Fútbol, en este caso del Barcelona, en 1934. Preocupada siempre por la promoción y la participación política de la mujer, fue fundadora, junto a otras mujeres de letras catalanas, del Front Únic Femení Esquerrista, aunque su actividad poética la desarrolló casi exclusivamente en castellano, con libros como Caminos (1929), de un «misticismo carnal » muy aplaudido en su momento; Inquietud (1932), en el que resulta notoria la influencia de Elisabeth Mulder, la gran escritora de la que siempre estuvo enamorada; y Laberinto de presencias (1969), donde cuaja un estilo muy personal y atractivo. Colaboró en diversos diarios y revistas durante los años de la Segunda República. Su labor periodística, tanto en catalán como en castellano, destaca por su modernidad, inquietud, compromiso social y atención a las reivindicaciones feministas. Fue cronista en el frente de Aragón durante la Guerra Civil, exiliándose primero en Francia y más tarde en Estados Unidos, donde trabajó como profesora de español y francés en la Universidad de Illinois, en Urbana. A su regreso a España, en los años setenta, decidió recluirse en la localidad de Moià, desengañada de los ambientes literarios. Murió en una residencia de ancianos en Santpedor.