La vigilia siempre nos remite a un estado de atención y espera. En esa situación, una mujer con habilidades extraordinarias y con el coraje suficiente para afrontar las inconsistencias y las pérdidas, deambula a lo largo de la novela con las fuerzas de los sobrevivientes. Asunción se interna en las dimensiones de la vigilia, permanece en ellas, las ordena y las trasciende. Desanda y aguarda. Revisita lugares y protagonistas atemporales que continúan definiendo su presente. En cada uno de sus pasos nos convoca a mirar a través de sus ojos, a revivir el pasado familiar y la idiosincrasia nacional. Es decir, nos invita a encontrar nuestra propia mirada, a explorar cada espacio conocido redescubriendo la originalidad del asombro que sólo se revela si aceptamos el desafío de transitar los estados de la vigilia.