Si pudiera no jugarse el corazon... El conde Roman Quisvada era el playboy italiano por antonomasia. Por eso, cuando la circunspecta Eva Skavanga se presento en su isla del Mediterraneo con una propuesta empresarial, a Roman le intereso mucho mas el placer que podia proporcionarle su boca. El no era el tipo de hombre que una virgen elegiria para estrenarse, pero Eva, que era un chicazo, estaba empezando a disfrutar con sus atenciones, hacian que se sintiera como una mujer de verdad. Quiza Roman pudiera ayudarla, y no solo a garantizar la continuidad de la mina de diamantes familiar.
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