Porque existimos, tenemos realidad y nos pasan cosas; por eso vamos siendo en el camino. Y un día desperté y mi vida había dado un vuelco al cien por ciento. Dejé de asistir a mi lugar de trabajo y hui de la provincia donde estaba viviendo para resguardarme en la mía. Sí, la palabra es hui, porque eso hice: escapé como una delincuente, como si la del problema hubiese sido yo. Dejé de vivir a miles de kilómetros de distancia de mis padres y pasé a vivir bajo el mismo techo por seguridad. Dejé de lado compromisos, rutinas, ambientes, cosas que me gustaban, por seguridad. Dejé mis pertenencias en un lugar que no era mi casa. Dejé mis años de trabajo en el primer secundario neuquino donde habia elegido estar. Dejé mis sueños en pausa porque no era una opción abandonarlos. Dejé la casa donde vivía para estar en una prestada. Y el sacudón de mi vida ahí empezaba...