Esta es la historia de un hombre que decidió vivir peligrosamente y que no se arrepiente de su suerte, al contrario, cuenta su historia con orgullo, y por eso, este libro es único.
En estos 8 capítulos que son Silvio, Tito, Mateo, Sofia, Artur, Luis el Grande y el Mayor Camejo, no he tenido que imaginar nada, sólo he usado mi memoria, que gracias a Dios, a los 74
años de edad, creo que está en muy buen estado, y si la memoria me ayuda ahora la debo aprovechar, mientras me dure, antes que por causas naturales e inevitables de la vida la pierda;
porque para mí es más fácil recordar que imaginar, aunque debo reconocer que en mis últimos años, he aprendido a imaginar un poco.
Estos primeros 8 relatos acaecidos durante el año de 1981, los narro como ocurrieron sin omitir, ni agregar nada, sin olvidar el más mínimo detalle, porque cierro los ojos y regreso al pasado, y lo recuerdo todo como si lo estuviera viviendo. En mi relato narro cosas increíbles, como quien fue el patrocinador de todo, aquí también la realidad supera a la ficción, pero con el perdón de mis tataranietos y sus hijos, les puedo decir que esta historia, es el fruto de la costumbre de su tatarabuelo de vivir peligrosamente, más nadie se crea ofendido, porque a ninguno incomodo, y si escribo de este modo por encontrarlo oportuno, no es para el mal de ninguno, sino para el bien de todos.
En estos 8 capítulos que son Silvio, Tito, Mateo, Sofia, Artur, Luis el Grande y el Mayor Camejo, no he tenido que imaginar nada, sólo he usado mi memoria, que gracias a Dios, a los 74
años de edad, creo que está en muy buen estado, y si la memoria me ayuda ahora la debo aprovechar, mientras me dure, antes que por causas naturales e inevitables de la vida la pierda;
porque para mí es más fácil recordar que imaginar, aunque debo reconocer que en mis últimos años, he aprendido a imaginar un poco.
Estos primeros 8 relatos acaecidos durante el año de 1981, los narro como ocurrieron sin omitir, ni agregar nada, sin olvidar el más mínimo detalle, porque cierro los ojos y regreso al pasado, y lo recuerdo todo como si lo estuviera viviendo. En mi relato narro cosas increíbles, como quien fue el patrocinador de todo, aquí también la realidad supera a la ficción, pero con el perdón de mis tataranietos y sus hijos, les puedo decir que esta historia, es el fruto de la costumbre de su tatarabuelo de vivir peligrosamente, más nadie se crea ofendido, porque a ninguno incomodo, y si escribo de este modo por encontrarlo oportuno, no es para el mal de ninguno, sino para el bien de todos.
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