José María Villa, en su libro “Los ojos que todo lo ven”, ha buceado en la historia para contarnos esas certezas que nos han sido ocultadas. Tal vez por razones económicas o factores de poder, la humanidad ha recorrido caminos insospechados. Gracias a su curiosidad y a su necesidad por encontrar argumentos sólidos a las tantas incógnitas que su mente le planteaba, un día surgieron “Escritos Profanos” lugar donde se fueron anidando sus capítulos: caminó por la cornisa de la incredulidad y se llenó de estupor cuando halló las repuestas. El entramado de las familias venecianas y su oscura nobleza; Lilith la primera rebelde, antesala del empoderamiento femenino; el redescubrimiento de América o el Vaticano y sus intereses, son algunos de los temas que nos sumergen en la lectura apasionada de este libro. Y nos encontramos ante la necesidad de devorar sus páginas, queremos conocer la autenticidad de los hechos. Tenemos urgencia. A medida que uno se interna en la lectura, se va involucrando en sus mágicas realidades. La duda empezó su trabajo, sutil y persistente. La Historia ya no es la misma, tiene otra cara: las sombras platónicas resurgen haciendo presente a la ignorancia como esa evidencia que se vuelve incómoda. José María tiene un gran trabajo por delante, ya no nos puede dejar huérfanos de verdades Vayamos leyendo. Y opinemos.