Esta obra analiza los años fundacionales del Museo Histórico Nacional, creado en la Buenos Aires de comienzos de la década de 1890. La autora propone un enfoque atento al cruce de problemas vinculados con el coleccionismo, la política, la acción del Estado y la historiografía finisecular. Teniendo como telón de fondo la eclosión de iniciativas llevadas adelante por las elites dirigentes del período para afianzar la nacionalidad argentina, la obra recorre minuciosamente los primeros años del Museo, desbrozando las ideas, las prácticas concretas y los diversos límites institucionales y económicos con que se toparon sus autoridades frente a la tarea de construcción de un espacio destinado al acopio y exhibición de objetos concebidos como reliquias del pasado. El estudio de la compleja trama de relaciones entre el Museo, el aparato del Estado, las familias donantes de objetos y los coleccionistas constituye el principal aporte de esta investigación. La misma se detiene, además, en el análisis del permanente diálogo que se produjo en la historia institucional entre el pasado evocado y el presente desde el que ese pasado era reconstruido y resignificado.