Los pensamientos de un gran hombre en la tierra - ¡qué valor! ¡Con qué sentimientos, pues, ponderaremos los pensamientos de Dios! Atesoramos los pensamientos de los sabios y de los buenos por sí mismos, pero ¿cómo se incrementa su valor cuando son personales y tienen una referencia especial a nosotros mismos? Estos "Pensamientos de Dios", son pensamientos hacia nosotros. "Yo conozco los pensamientos que tengo hacia ti". "Tus pensamientos que son para nosotros". "Cuán preciosos son también tus pensamientos para mí, oh Dios".
Leemos con interés adicional el diario -los pensamientos grabados- de aquellos con los que, mientras vivíamos, intercambiamos una sagrada amistad, y cuya consideración y amor habíamos tenido el privilegio de disfrutar. Al abrir el "Diario Divino" -desplegando los Pensamientos Divinos tal como están registrados en la Sagrada Escritura- tenemos la elevada seguridad de que "este Gran Ser me ama - se compadece de mí- ¡me lleva en su corazón!" Si es consolador estar mucho en los pensamientos de un venerado amigo terrenal - entonces ¿qué debe ser ocupar los pensamientos de UNO, mejor que el mejor, más amoroso que el más amoroso pariente humano?
Un padre terrenal escribe a su hijo en una tierra lejana: "Nunca estás ausente de mis pensamientos". Tal es también la reconfortante declaración de nuestro Padre del Cielo. El más humilde y solitario de Sus hijos en la tierra puede decir: "Soy pobre y necesitado, y sin embargo el Señor piensa en mí".
En cierto sentido, estamos rodeados por todas partes de los pensamientos de Dios. El mundo de la naturaleza es un volumen majestuoso de los pensamientos de Dios:
Sus pensamientos sublimes - son las montañas eternas;
Sus pensamientos elevados - las estrellas lejanas;
Sus pensamientos terribles: el rayo y la tempestad, el terremoto y el volcán;
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