Alentados por la manera amable en que nuestras "Meditaciones sobre varios puntos importantes de nuestra santísima fe" han sido recibidas hasta ahora por muchos de nuestros amables lectores, nos sentimos dispuestos a continuar en la misma línea; y como hasta ahora hemos encontrado, esperamos, la ayuda oportuna de la única Fuente de toda luz y vida, así ahora, al abrir otro año, y el comienzo de un nuevo tema, levantamos nuestra alma al unísono, confiamos, con la de ellos, para que "el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, nos dé el espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de él, que los ojos de nuestro entendimiento sean iluminados", para que cuando el Señor el Espíritu se complazca en traer a nuestra mente y poner en nuestro corazón cualquier porción de su preciosa palabra que nos parezca de vital importancia, o de naturaleza edificante, podamos desplegarla con esa "demostración del espíritu y del poder" que, como "sazonada con sal", no sólo ministre gracia a nuestros lectores, (Col. 4:6; Ef. 4:29), sino que, "mediante la manifestación de la verdad, se recomendará a la conciencia de todo hombre ante Dios". (Ef. 1:17, 18; 1 Cor. 2:4: 2 Cor. 4:2.)
Es en verdad un alto privilegio que se nos ha conferido, un favor de lo alto por el que no podemos sentirnos suficientemente agradecidos, que el Señor condescienda a hacer uso de un instrumento tan débil y sin valor para comunicar cualquier medida de instrucción, consuelo o estímulo a cualquiera de aquellos a quienes ha amado eternamente, y a quienes está conduciendo a través de muchos caminos dolorosos de prueba y aflicción a un conocimiento de su amor aquí, para que puedan disfrutar de él en su plena fruición en el más allá. Y como el Señor se ha complacido, por sus propios y sabios propósitos, en apartarnos, al menos por un tiempo, del trabajo activo del ministerio, nos sentimos doblemente obligados a aprovechar el privilegio que aún se nos concede de comunicarnos con su querido pueblo por medio de nuestra pluma, y así no ser nosotros mismos ociosos, ni totalmente inútiles para la Iglesia de Dios. Por lo tanto, con la ayuda y la bendición de Dios, nos proponemos presentar a nuestros lectores, en este documento y en los siguientes, algunos pensamientos sobre la parte preceptiva de la palabra de la verdad, y especialmente tal como está contenida en las Escrituras del Nuevo Testamento y es aplicada por ellas.
Es en verdad un alto privilegio que se nos ha conferido, un favor de lo alto por el que no podemos sentirnos suficientemente agradecidos, que el Señor condescienda a hacer uso de un instrumento tan débil y sin valor para comunicar cualquier medida de instrucción, consuelo o estímulo a cualquiera de aquellos a quienes ha amado eternamente, y a quienes está conduciendo a través de muchos caminos dolorosos de prueba y aflicción a un conocimiento de su amor aquí, para que puedan disfrutar de él en su plena fruición en el más allá. Y como el Señor se ha complacido, por sus propios y sabios propósitos, en apartarnos, al menos por un tiempo, del trabajo activo del ministerio, nos sentimos doblemente obligados a aprovechar el privilegio que aún se nos concede de comunicarnos con su querido pueblo por medio de nuestra pluma, y así no ser nosotros mismos ociosos, ni totalmente inútiles para la Iglesia de Dios. Por lo tanto, con la ayuda y la bendición de Dios, nos proponemos presentar a nuestros lectores, en este documento y en los siguientes, algunos pensamientos sobre la parte preceptiva de la palabra de la verdad, y especialmente tal como está contenida en las Escrituras del Nuevo Testamento y es aplicada por ellas.
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