—¿Recuerdas el nuevo centro de masajes que descubrí? — dice Eva, emocionada. Están sentadas en el cafetín y Susanne puede notar que su amiga tiene algo importante que decirle. Como de costumbre, había visitado el salón de masajes para que las manos tibias del Sr. Matej aliviaran el cansancio de sus huesos. Pero la sesión tomó un giro inesperado cuando Eva pide algo fuera de lo común, un tratamiento especial, y las manos del Sr. Matej comenzaron a moverse por su cuerpo de una manera totalmente nueva.-