Un mar de sombras que se acumulan en el horizonte: como recuerdos arrojados a un enorme lago y listos para hundirse en el olvido. Ser capaz de fijarlos, retratarlos en una silenciosa imago antes de que desaparezcan, es un poco cómo atarlos a la vida, haciéndolos inmortales. Los pensamientos más íntimos se pierden en los restos raídos de lo que nos rodea y solo estos retratos inmaculados devuelven nitidez a la existencia.