En Mayo del cuarenta y cinco, la activista Boti García Rodrigo nos sorprende con la narración de su niñez madrileña, una etapa llena de colorido y colmada de afectos. El relato de estos años de continuo descubrimiento está estructurado en una serie de capítulos muy breves que, pese a su naturalidad y aparente ligereza, envuelven momentos de desconcierto, miedo y emoción. También de felicidad. Unas memorias que empiezan cuando en nuestro país se ha impuesto la hostilidad de los vencedores de la Guerra Civil, y la infancia se construye en un marco asfixiante para todas las libertades. Las meriendas de pan con chocolate, los sábados en el Retiro o la lectura del TBO se suceden entre tensiones familiares, una estricta educación religiosa y la inquietud por la dictadura. En palabras del escritor Eduardo Mendicutti, que firma el prólogo del libro, estamos ante un "texto ajustado, vivaz y delicado que desprende el irresistible encanto de una risueña lealtad a lo que Boti siempre ha sido: un modelo de compromiso y solidaridad".