La enfermedad, ¿es solo una instancia de sufrimiento? Por medio de la trascendencia que le da la Fe, el padecimiento humano se transforma en una oportunidad, un punto de encuentro, un umbral. Es que allí donde haya una persona sufriendo, el Señor de los Consuelos será atraído como por un imán. En este libro, anécdotas y testimonios fueron reunidos gritando a una sola voz: ¡ÉL está allí! ¡No se ha ido! Con un estilo ameno y de fácil lectura, se nos presentan situaciones vividas en torno a los enfermos, donde el Reino de Dios se pone de manifiesto. A lo largo de estos relatos breves, se nos ofrece una oportunidad de descubrir una verdad olvidada: Dios no ha abandonado al que sufre. Muy por el contrario, Él bendice, acompaña, consuela, atiende, se compadece, ayuda y sufre junto al enfermo y su familia. Sufrir duele… ¡Pero también salva!