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Si la melancolía corre el peligro de perder el estatuto que ha tenido durante tantos siglos, en una época atravesada por el capitalismo, en una época de individuos aparentemente libres y solos, en una época de sobreabundancia de objetos, en una época en que la tristeza es un pecado (pero no lo es tanto estar apático y vacío); en este caso, es el momento más adecuado para hablar de la melancolía, y cuanto más, mejor. El melancólico contemporáneo, si es que existe, tiene muchas dificultades para poder estar triste. La psiquiatría ha emprendido un retroceso inesperado y ha vuelto al hogar que…mehr

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Produktbeschreibung
Si la melancolía corre el peligro de perder el estatuto que ha tenido durante tantos siglos, en una época atravesada por el capitalismo, en una época de individuos aparentemente libres y solos, en una época de sobreabundancia de objetos, en una época en que la tristeza es un pecado (pero no lo es tanto estar apático y vacío); en este caso, es el momento más adecuado para hablar de la melancolía, y cuanto más, mejor. El melancólico contemporáneo, si es que existe, tiene muchas dificultades para poder estar triste. La psiquiatría ha emprendido un retroceso inesperado y ha vuelto al hogar que abandonó en los años setenta: la casa de la neuropsiquiatría. Sin embargo, caben resistencias y el texto de Carlos Fernández lo demuestra a todas luces. Su estudio de las formas clínicas de la tristeza es un balón de oxígeno que mejora nuestro presente. Sin alejarse del todo de la perspectiva psiquiátrica, pues no quiere caer en ningún radicalismo ni dar muestras del mismo dogmatismo que se propone combatir, su apoyo teórico es básicamente freudiano. Este apoyo, básico, esencial, nos devuelve la inspiración necesaria que nunca debió de ausentarse de nuestra interpretación. Al menos si aspiramos a evitar la simplificación de la psicopatología que ahora padecemos. La idea de la tristeza concebida como un duelo del deseo, como una pérdida de cualquier anhelo, late en esta investigación. Una pérdida o paralización del deseo que se puede producir de dos modos diferentes: ocasionalmente, lo que permite decir de alguien que simplemente está melancólico; o de un modo sistemático, constitutivo o estructural, lo que autoriza a distinguir a quienes son melancólicos en sí, todo el tiempo, y no sólo a los que lo están. Esta última, ese modo de ser, esa melancolía constante, da pie a alguna de las reflexiones de mayor calado que podemos leer en el texto. Una de ellas concurre para preguntarse por la causa que lleva a una persona a sufrir periódicamente estados de inhibición y pérdida de energía mental. Otra, para conocer cómo se transmiten esas ausencias de deseo de generación en generación sin recurrir a la consabida hipótesis genética. José María Álvarez y Fernando Colina

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Autorenporträt
Carlos Fernández Atiénzar (Valladolid, 1975) es psiquiatra y trabaja actualmente en la sanidad pública en el Centro de Salud Mental de Aranda de Duero (SACYL). Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Valladolid (1993-1999), Máster en Psicoterapia psicoanalítica en la Universidad Complutense de Madrid (2012-2014). Miembro de la Sección de Psicoanálisis de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, tutor de residentes de psiquiatría y médicos de atención primaria. Colaborador habitual docente en su Centro de Salud (Formación continuada), así como en diversos servicios de salud públicos, en especial en el Hospital Río Hortega donde trabajó durante cinco años y en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid donde realizó la residencia. Ha realizado múltiples charlas y ponencias sobre la melancolía y ha sido profesor de cursos sobre adicciones y patología dual en Proyecto Hombre (2007) y profesor colaborador del Máster de Psicología clínica (IPCCC) de 2007 a 2010. Autor de diversos artículos sobre la psicosis y sobre la melancolía, línea, ésta última, en la que investiga desde hace años: "Los lugares de la melancolía" (2016), "Una visión psicoanalítica sobre la herencia: la melancolía" (2017), "Lo generacional, el pueblo y la melancolía" (2018). Durante el MIR investigó los fenómenos elementales al inicio de la psicosis y en 2003 realizó un estudio sobre los "síntomas psicóticos básicos" en un grupo de treinta pacientes esquizofrénicos. También investigó sobre la identidad y el género en el colectivo LGTB durante la residencia en el Hospital de Día psiquiátrico (2004). Posteriormente se interesó en el estudio de la psicopatología en el terreno de las adicciones (2006-2009) cuando colaboró en el equipo de tratamiento de Proyecto Hombre. En los últimos años se ha centrado en el estudio de la melancolía y de la psicosis maníaco-depresiva. Estudia el papel de la herencia y de la transmisión en los pacientes del CSM diagnosticados de depresión melancólica y PMD a través del análisis del genograma. Algunas de estas impresiones se esbozan en el presente libro.