En uno de los episodios más humorísticos, narrado por un personaje en quien resuenan ecos de la mejor tradición picaresca Juan Bragas o don Juan de Pipaón, como él prefiere llamarse, MEMORIAS DE UN CORTESANO DE 1815 nos da entrada en el estrambótico mundo de la corte de Fernando VII, dominada por groseros y avispados arribistas que hacen y deshacen, tiran y aflojan cada uno en la medida de sus posibilidades, según los peores usos de la monarquía absoluta.