Escocia, siglo XV. Archie McLeod debe viajar al norte con la misión de prestar ayuda al clan Sutherland. Todo apunta a que el señor de las Islas ha traicionado a la Corona y tiene intención de ocupar las Highlands. En su camino se cruza, en medio del bosque, con una joven altanera que sale de la nada. Cuando se instala en la fortaleza de Dunrobin descubre quién es la pelirroja que pelea como un guerrero y se desenvuelve como un hombre. Ella no es otra que Beatagh Murray, la hermana de un laird de un clan vasallo. La infancia de la joven transcurrió con las constantes súplicas de su madre de comportarse como una dama. En cambio, su padre la animó a tomar las armas y liberar su espíritu salvaje. Pero desde que este falleció, no hay nadie que la comprenda. Ahora Beatagh debe contraer matrimonio con el segundo hijo de los Sutherland. Pero antes de que el enlace se lleve a cabo, la amenaza de los McDonald, enemigos del clan, se vuelve una realidad, y también cobra más importancia en su vida la presencia de Archie McLeod. Ambos pertenecen a clases sociales distintas, sus vidas están marcadas por sus obligaciones y entre sus clanes hay una gran distancia. Ella es impulsiva; él, en cambio, tranquilo. Ella desea conservar su libertad a toda costa y Archie es consciente de que debe olvidar la atracción que siente por Beatagh. La guerra los unirá en el mismo bando, pero será el amor que surgirá entre ellos el que les ofrecerá grandes enseñanzas y duras pruebas que deberán superar.