La tía Juliana tiene la piel del color de la lechuga: verde. Es diferente de toda la gente y nadie sabe el porqué. Eso sí, es fácil identificarla cuando va al parque y es muy divertido jugar con su cabello, que simula la maleza de la selva. Esta historia es perfecta para los niños pequeños y primeros lectores, y así aprender sobre la tolerancia e inclusión, además de ser una historia divertida. ¡Disfrútala con los pequeños reyes de la casa!
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