En septiembre de 1974 el presidente Gerald R. Ford, adelantándose al torbellino político que se venía encima, reconoció el papel que había tenido el gobierno estadounidense en el desarrollo de los hechos en Chile que culminaron con el golpe de 1973 y la instalación del régimen de Pinochet. Afirmaba que se había apoyado la actividad de las fuerzas democráticas. Su declaración era parte de una oleada de remezón político en Washington, donde entre varios, el asunto de Chile operó como parte de una intensa autocrítica, de lo que aún restan ecos en la vida pública y en el debate político y académico. ¿Fue Washington el responsable o actor fundamental en la caída del gobierno de la Unidad Popular? ¿O constituyó uno de los tantos actores externos que concurrieron a un proceso interno a Chile, que tenía profundas raíces en su historia y dentro de su cultura política, de sus propias pasiones?
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