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Las dotes de gran observador de Galdós se conjugan en esta novela con su vigorosa capacidad para crear una ficción donde todo lo planteado va creciendo a partir de los personajes y de las acciones mismas. Misericordia nos traslada a la vida y los escenarios de los estratos más bajos del Madrid de entonces, en contraste con esa clase social acomodada pero venida a menos tan característica de la época. Benina, vieja criada de doña Paca, mantiene a su arruinada señora gracias a lo que le ha ido sisando durante los años, pero también pidiendo limosna por las calles, haciendo creer a su señora que…mehr

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Produktbeschreibung
Las dotes de gran observador de Galdós se conjugan en esta novela con su vigorosa capacidad para crear una ficción donde todo lo planteado va creciendo a partir de los personajes y de las acciones mismas. Misericordia nos traslada a la vida y los escenarios de los estratos más bajos del Madrid de entonces, en contraste con esa clase social acomodada pero venida a menos tan característica de la época. Benina, vieja criada de doña Paca, mantiene a su arruinada señora gracias a lo que le ha ido sisando durante los años, pero también pidiendo limosna por las calles, haciendo creer a su señora que el dinero es fruto de su trabajo como cocinera en casa de un inventado sacerdote, don Romualdo. Asimismo, Benina sustenta a Obdulia, la neurótica hija de doña Paca, también empobrecida y con un marido alcohólico, y a un ex burgués y elegante pariente de ella que se ha arruinado totalmente, don Frasquito. La mendicidad de Benina ha hecho que un ciego marroquí que vive de la caridad, llamado Almudena, se enamore de ella, llegando a sentir celos de don Frasquito. Almudena verá rechazado su amor por Benina. Más adelante, ambos serán detenidos por la policía por mendigar en las calles. Entonces, doña Paca y don Frasquito reciben una inesperada herencia de un arzobispo (curiosamente, llamado Romualdo, pero éste de verdad). Ante la ausencia de Benina y guiada por, Juliana, su rígida nuera, doña Paca, ignorante de todo, contrata a otra criada. Pero, tras salir Benina y Almudena de su reclusión, y al enterarse de lo ocurrido, Juliana influirá para que ni doña Paca ni nadie quiera saber nada de la vieja criada, a la que tratan como a una leprosa. Resignada, Benina se va a vivir con Almudena. Don Frasquito, que había ayudado a recobrar la libertad a Benina y Almudena (que sí se había contagiado de la peste durante el encierro), defiende la bondad de Benina, pero horrorizado ante la ingratitud cometida le da un ataque y muere. Después, el clima de la casa, ahora rica, es de creciente tristeza y desasosiego. Juliana cree histéricamente que hasta sus hijos van a enfermar y a morir, hasta que recuerda las palabras de don Franquisto y va a visitar a Benina para pedirle, como santa que era, que salvaguarde la salud de sus hijos y, de paso, a confesar su culpa. Benina, tras prometérselo, le dice: "Vete a tu casa y no vuelvas a pecar".

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Autorenporträt
Benito Pérez Gáldos (Las Palmas de Gran Canaria, 1843-Madrid, 1920). España. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, el 10 de mayo de 1843, Bénito Pérez Gáldos era el menor de los diez hijos de Sebastián Pérez Macías, teniente coronel del Ejército, y María Dolores Galdós Medina, hija de un antiguo secretario de la Inquisición. Como estudiante de bachiller, en el colegio de San Agustín, Galdós evidenció afición por la música y la pintura. En 1861 escribió sus primeros textos, y un año después inició colaboraciones literarias con el bisemanario El Ómnibus, de Canarias. Al año siguiente se trasladó a la capital española para estudiar derecho en la Universidad de Madrid. Allí realizó colaboraciones con el semanario La Nación y la Revista del Movimiento Intelectual de Europa, y conoció a Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, el cual le alentó en sus propósitos literarios. Tras sus viajes a París, en 1867 y 1868 (como corresponsal de la Exposición Universal), Galdós profundizó en la obra de Balzac, tradujo a Dickens (Papeles póstumos del club Pickwick); en Madrid, pudo presenciar la abdicación de Isabel II (1868) y el ascenso del progresista general Prim. En 1870, tras conocer a Clarín, Galdós escribió sus primeras novelas de influencia romántica y siguió publicando artículos en La Revista de España, en la cual fueron apareciendo después, por entregas, su segunda y tercera novelas. Posteriormente, también publicaría sus relatos en La Ilustración de Madrid. Siendo ya director de La Revista de España, desde 1872, Galdós pasará los veranos en Santander, donde, ese mismo año, conocerá a Mesonero Romanos, de cuyo contacto obtendrá mucha información para sus Episodios nacionales. La escena política española era convulsa: asesinado Prim, Amadeo de Saboya subió al poder durante tres años escasos, siendo obligado a abdicar ante la venida de la I República. La situación era propicia para que Galdós se entregara a la escritura de Los Episodios nacionales, que ocupó casi todo su tiempo entre 1873 y 1876, año en que comenzó a escribir sus primeras novelas de trasfondo social. Tras el golpe de Estado de 1875, el resto de su vida transcurrirá ya bajo la reinstaurada monarquía borbónica de Alfonso XII y, tras su muerte (1885), con la regencia de María Cristina de Habsburgo. Después de 1876, Galdós iría escribiendo su ingente producción simultaneando los Episodios, las novelas, los relatos, el teatro y las crónicas. Galdós trabó estrecha amistad con Emilia Pardo Bazán en 1883, el mismo año en que vio rechazada su candidatura a la Academia Española, tras lo cual inició un viaje, con su amigo José Alcalá Galiano, por Inglaterra y otros países de Europa, al que seguirán otros más por España, Portugal y, de nuevo, Europa, hasta 1887. En 1887, siendo ya diputado español por Puerto Rico (desde 1885), todavía colonia española, Galdós recibió la noticia de la muerte de su madre y, un año después, de su hermano Sebastián. Al año siguiente, y tras ver rechazada su segunda candidatura para la Academia, Galdós verá aceptada la propuesta de ingreso promovida por un grupo de afines (aunque no ingresará de pleno derecho hasta 1897). Contrariamente, en 1891 no renovó su puesto de diputado por Puerto Rico, tras lo cual se centró en su labor literaria y en estancias cada vez más prolongadas en San Quintín, nombre de la villa santanderina que se había hecho construir en 1890.