"Mi hijo no ha construido un púlpito desde el que proclamar su sabiduría sino una excusa para que todos podamos seguir debatiendo, aprendiendo y creciendo, David el primero. Por eso creo que la Bonilista merece la pena. Porque aunque esa maldita lista de correo le robe horas de sueño —y a sus hijos tiempo para disfrutar de su padre—, también le hace mejor persona". Del epílogo de María Luisa Fuertes.