8,49 €
inkl. MwSt.
Sofort per Download lieferbar
  • Format: ePub

Una teoría es psicoanalítica porque habla del y al inconsciente. Este libro ha sido elaborado desde la noción –y en parte la acción- del propio análisis. Cabe pensar que no sólo habla del inconsciente sino que también es oportunidad para que ese mismo inconsciente se exprese con el propio registro de quien escribe y, quizás, de quien lee. En ese sentido, este libro es en sí una narria y también una playa, más accidentada por momentos, más llana en otros, que desenvuelve la narración de un relato crítico. A veces alude a escenas históricas y, otras, trata de teorizar a partir de lo que se ve en…mehr

Produktbeschreibung
Una teoría es psicoanalítica porque habla del y al inconsciente. Este libro ha sido elaborado desde la noción –y en parte la acción- del propio análisis. Cabe pensar que no sólo habla del inconsciente sino que también es oportunidad para que ese mismo inconsciente se exprese con el propio registro de quien escribe y, quizás, de quien lee. En ese sentido, este libro es en sí una narria y también una playa, más accidentada por momentos, más llana en otros, que desenvuelve la narración de un relato crítico. A veces alude a escenas históricas y, otras, trata de teorizar a partir de lo que se ve en esas escenas. En algunas ocasiones equilibra lo histórico y lo conceptual, y en otras genera un desequilibrio abriendo la posibilidad a la interpretación crítica propia o ajena. Tal es el espíritu de estos textos, habida cuenta de que cuando un psicoanalista habla o escribe del oficio, si bien no ha perdido la posibilidad de propia interpretación, esta se ha corrido al que escucha o lee. El fundamento del propio análisis, cuando pretende superar los redondeles autoeróticos en que gira, estriba en el reconocimiento y la referencia del otro; no necesariamente como interpretador, sino como presencia que promueve el preguntarse.
Autorenporträt
Nació en Pigüé, el 1 de marzo de 1924. Se graduó de médico en la Universidad de Buenos Aires, en 1950, y pocos años después comenzó a trabajar junto a Pichon Rivière en la conocida Experiencia Rosario. Es considerado uno de los precursores de la carrera de psicología en la UBA, donde se desempeñó como docente hasta la tristemente célebre noche de los bastones largos. En la década del setenta retomó la enseñanza desde la cátedra de Psicología Clínica de Adultos e introdujo las llamadas Asambleas Clínicas: cientos de alumnos reunidos ni más ni menos que para pensar: "Ellos mismos eran objeto de la clínica; se observaban como comunidad". Su trabajo se centró en la "numerosidad social", tal como denominó a los distintos colectivos humanos con quienes trabajó sus técnicas "para generar pensamiento crítico". Fue elegido presidente de la filial Buenos Aires de la Federación Argentina de Psiquiatras. Durante el siniestro proceso militar que vivió la Argentina, se vio obligado a viajar a Brasil, donde continuó desarrollando actividades en el campo de los derechos humanos. Fue asesor del Movimiento Solidario de Psiquiatría en el programa con familiares de desaparecidos y presos políticos, y colaboró además en peritajes judiciales para esclarecer casos de torturas durante el terrorismo de Estado. Actuó como perito de parte para Madres de Plaza de Mayo en juicios por apropiación de niños.