…cuando se trata de obsesión sin precursores químicos cerebrales, aunque unas líneas de coca son siempre estimulantes, lo que se asoma es el estupor frente a los agujeros de una personalidad como la mía ¡Estoy lleno de hoyos en el alma! Decidí esconderme ante tanta fragilidad y debilidad. Y sucedió lo obvio, siendo normal enloquecí por ella. Y ella me margino, desmigajo y destruyo como Hombre. Solo soy escombros de la virilidad que supe ser alguna vez. No teniendo más remedio que ir a terapia para desahogar al demonio de amarla sin poseerla, prisionero de sus juegos siniestros y ausentes, donde su entidad maligna se atribuyo mi espíritu. Por ello resolví ver a un colega, para que me convenza de no matarla. Porque me miento tanto a mi mismo que solo oculto lo obvio: ¡Mi deseo de asesinarla me ha consumido! Me ha robado toda mi masculinidad…